Paseando por las calles de la bonita villa de Pienza, en el Val d’Orcia, en la Toscana italiana, de repente en un callejón estrecho nos encontramos con este cartel, que a tenor del acabado en azulejo y colocado en la pared, tiene una indudable vocación de permanencia.
“Attenti al cane… é grosso e morde”, (Cuidado con el perro… es grande y muerde). Los vecinos de la casa supongo que hartos de “molestos turistas” como nosotros, no han tenido otra opción que recurrir al perro de la casa.
No voy a recurrir a explicaciones sociológicas sobre la incidencia del turismo masivo en pequeñas poblaciones que se debaten entre un conflicto de intereses entre sacar rendimiento a sus recursos y la deseada tranquilidad que se merecen. No me muevo bien en ese terreno, a veces tan pantanoso.
Lo mío, es el dibujo. En este caso, los vecinos de la casa no han colocado el socorrido icono, simple, claro, ortodoxo y sobre todo ambiguo de un perro para acompañar a su advertencia. Han sido mucho más concretos y han hecho un retrato, pintado a mano del “temible” can. El retrato esta firmado, lo que significa que hay cierto interés artístico.
Lastima que no haya caido en manos del artista, el mágnifico libro “La Técnica del Comic” del excelente dibujante catalán Josep M. Beá i Font, que utilice en mis primeros escarceos en el mundo del comic. En uno de sus capítulos, “Tabla de expresiones faciales”, hay una abundante selección de expresiones, incluida la amenazante, que podian haber utilizado en este caso, porque más que dar miedo, la expresion del perro, invita a visitarlo y de paso pasarle la mano por el lomo o darle un “Abbraccio affettuoso” (cariñoso abrazo).
Por cierto, una duda que me queda es ¿cómo se llamará el temible can?
Atila? Adolf? Benito? O tal vez Donald?